sábado, noviembre 10, 2007


A mis soledades vengo, de mis soledades voy, tratando de creer que no te he visto y a veces hasta me sale y te veo como un sueño que ha pasado por mi noche sin dejar rastro, pero tus huellas están por toda mi piel como un tatuaje.


Apenas te he dejado,
vas en mí, cristalina
o temblorosa,
o inquieta, herida por mí mismo
o colmada de amor, como cuando tus ojos
se cierran sobre el don de la vida
que sin cesar te entrego.

Amor mío,
nos hemos encontrado
sedientos y nos hemos
bebido todo el agua y la sangre,
nos encontramos con hambre
y nos mordimos como el fuego muerde,
dejándonos heridas.
Pero espérame,
guárdame tu dulzura.
Yo te daré también una rosa.


P N.